Obras imprescindibles de Miguel Fisac, el arquitecto del hormigón

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Miguel Fisac Serna (Daimiel, 1913 – Madrid, 2006) fue quizá uno de los mejores arquitectos españoles del siglo XX. Este arquitecto humanista, innovador y radical, es autor de obras de una enorme vanguardia y su estilo permanece presente aún en muchos proyectos contemporáneos.

Sin duda, de los arquitectos de la posguerra española Miguel Fisac fue el más audaz y moderno, capaz de encontrar soluciones ingeniosas y adecuadas con materiales innovadores. Se le recordará pos sus templos, el uso magistral del hormigón, los cubrimientos con sus vigas-hueso, y por la canalización de la luz en sus proyectos, que convirtió así en un material más de sus obras.

Además, Fisac siempre rechazó la masificación de la arquitectura contemporánea, la excesiva densidad del urbanismo moderno y la agresión que la mala arquitectura produce a la naturaleza.

Miguel Fisac introdujo en España el pretensado y el postensado, en una obra en la defendía la prefabricación y la producción en serie a la vez que inventaba nuevas secciones para las vigas de hormigón que luego aplicaba en sus edificios.

Desde sus inicios, Miguel Fisac se vio influido por la obra del arquitecto norteamericano Frank Lloyd Wright, el neoempirismo del arquitecto Erik Gunnar Asplund y el organicismo nórdico. También estuvo muy interesado en la arquitectura popular, a través de la cual pretendía reunir en su obra la idiosincrasia humana, histórica y geográfica del espacio que rodeaba a sus proyectos.

Así, su método de crear proyectos respondía a las preguntas ¿dónde?, ¿qué? y ¿cómo?, ya que le interesaba relacionar el lugar, la técnica y la funcionalidad. En su trabajo tenía el mismo valor el programa a cumplir (el porqué), la relación con el lugar (el dónde), y la solución estructural y constructiva (el cómo).

Su relación con el Opus Dei, fue miembro fundador hasta que lo abandonó en 1955, le permitió construir grandes obras religiosas a partir de 1942. Su primer proyecto, en ese año, fue la iglesia del Espíritu Santo, sobre los restos del auditorio de la Residencia de Estudiantes, en Madrid.

Durante los años que estuvo junto a la Obra obtuvo muchos encargos importantes. Tradujo las nuevas exigencias litúrgicas emanadas del Concilio Vaticano II en la personal caligrafía de muros curvos y superficies tensadas que constituyen su principal aportación a la arquitectura religiosa. Uno de estos ejemplos es la Parroquia de Santa Ana en Madrid, para la que diseñó una iglesia con planta en la que todo converge en el presbiterio. Construida en hormigón visto, material que se convierte en protagonista absoluto del templo.

Tras abandonar el Opus Dei en 1955 caminó por una etapa de ostracismo en la que apenas recibió encargos debido al boicot silencioso pero evidente. Sin embargo, no se detuvo y durante esa época investigó y experimentó con el hormigón armado y pretensado, un material que le ayudó gracias a su ligereza y resistencia a crear sus vigas-hueso con piezas prefabricadas que lograban salvar grandes luces, controlar la iluminación cenital y evacuar la lluvia.

El arquitecto experimentó con soluciones constructivas innovadoras, de una expresividad minimalista. Ejemplo de esto son los Laboratorios farmacéuticos Made y el Centro de Estudios Hidrográficos, ambos en Madrid.

Miguel Fisac recibió la medalla de oro del Consejo Superior de Colegios de Arquitectos en 1994, el Premio Antonio Camuñas en 1997 y el Nacional de Arquitectura en 2003.

El arquitecto manchego repetía siempre varias frases que resumen muy bien su idea de la arquitectura: «No hay arte sin tensión, ni belleza sin equilibrio». Y otra: «La arquitectura es el aire que queda dentro de lo que construimos”.

Elegir las obras más representativas de Miguel Fisac es complicado debido a la gran cantidad que proyectos en los que participó, pero nos quedamos con las siguientes.

Complejo del Colegio Apostólico de los Padres Dominicos en Arcas Reales. Valladolid (1952)

La Iglesia del Colegio Apostólico de los Padres Dominicos, obra de Miguel Fisac en Valladolid, fue declarada Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento en 2011. El conjunto de edificios de carácter docente y conventual que conforman el Colegio Apostólico de los Padres Dominicos de Valladolid, actual Colegio Nuestra Señora del Rosario, es uno de los mejores ejemplos de arquitectura religiosa de Fisac. La iglesia del complejo recibió la Medalla de Oro en el Concurso de Arte Religioso de Viena de 1954.

Convento, Teologado e Iglesia Padres Dominicos, en Alcobendas (1952)

Otra obra religiosa destacada en este convento del teologado de dominicios de Alcobendas. Es un proyecto en el que destaca la iglesia, de ladrillo, con vidrieras discretas de color y donde la atracción hacia el altar se consigue por medio de la convergencia de sus dos zonas enfrentadas: la destinada a la comunidad religiosa y la de los fieles, ambas estrechándose hacia él.

La iglesia es el elemento más singular del conjunto, haciéndose visible inmediatamente, con su estilizada torre-campanario, un hito coronado por una cruz, envuelta con una maraña abstracta de hierro. Su planta se resuelve en hipérbola, con el altar en el centro, iluminado cenitalmente por una original celosía de tubos metálicos, el cual separa enfáticamente el coro para la comunidad dominica de la nave de los fieles.

Centro de Investigaciones Biológicas. Madrid (1955)

Obras maestras del ladrillo realizadas por Miguel Fisac fueron el Centro de Investigaciones Biológicas de Madrid (1951); el Conjunto de Teologado de los Padres Dominicos (1955) en Alcobendas (Madrid) o la iglesia de Nuestra Señora de la Coronación en Vitoria (1958).

Iglesia de La Coronación. Vitoria (1958)

Fiscal fue capaz de llevar a la práctica arquitectónica las exigencias litúrgicas que salieron del Concilio Vaticano II gracias a los muros curvos y superficies tensadas que constituyen su principal aportación a la arquitectura religiosa. Así puede verse en sus proyectos de iglesias en Escaldes (Andorra), Dominicos (Alcobendas), La Coronación (Vitoria), La Asunción y Santa Ana (Madrid), o Santa Cruz (La Coruña).

La idea generadora del proyecto de la iglesia de La Coronación (Vitoria) se basa en la relación de dos muros convergentes: un muro dinámico –curvo, envolvente, liso y blanco– que conduce la mirada hasta el altar, y otro estático –de mampostería vista y trazado recto perforado por huecos– por el que entra la luz.

Centro de Estudios Hidrográficos y Laboratorio de Hidráulica. Madrid (1960)

Una de las obras más importantes de Miguel Fisac ya que introdujo nuevas técnicas y soluciones constructivas con las vigas-hueso, llamadas así por él mismo debido a su semejanza con los huesos de animales. Estas son unas vigas huecas de gran luz realizadas en hormigón pretensado y apoyadas sobre muros lisos sin huecos. De este modo pudo articularse una enorme cubierta que, sin dejar de ser resistente, permitía la entrada de luz desde arriba, distribuyéndola de modo homogéneo por el recinto.

Esta es la explicación que ofreció el mismo Fisac: “Debía aligerar el peso propio que habían de soportar las vigas. Y pensé en la posibilidad de hacerlas huecas. Y al tantear cómo unir una pieza de sección rectangular o triangular a la pantalla para conseguir la luz celeste deseada, me encontré con una figura que me recordó la sección de los huesos de las extremidades de los animales vertebrados. Entonces pedí que me trajeran unos huesos de vaca de la carnicería y, al comprobar su semejanza, adquirí la convicción de que marchaba por buen camino”.

Iglesia parroquial de Santa Ana y Nuestra Señora de la Esperanza. Madrid (1965)

Un proyecto audaz que plasma las directrices litúrgicas del Concilio Vaticano II. “El planteamiento espacial era completamente distinto, casi opuesto al de las disposiciones anteriores. No había un único foco, el altar, sino un foco móvil”, explica el propio Fisac. Se refiere a la nueva disposición de los fieles alrededor del altar. El conjunto se culminaba con la firma de Fisac en una cubierta de vigas-huesos de hormigón que permitían el paso de luz natural cenital sobre el conjunto presbiterial.

Iglesia parroquial de Nuestra Señora del Pilar. Canfranc, Huesca (1965)

El conjunto ubicado en los Pirineos está presidido por el volumen del templo dispuesto en forma de abanico, cerrado por un muro frontal sinuoso y con cubierta paralela a la ladera. Fisac reinterpreta la arquitectura pirenaica utilizando en su construcción elementos locales y materiales modernos fáciles de transportar. Los muros perimetrales y estructurales del conjunto son de mampostería, sobre los que se coloca una estructura de cubierta de vigas metálicas triangulares tipo «ceno» y cobertura de bandejas de aluminio.

Edificio de Laboratorios Jorba, La Pagoda (1965) (Madrid)

Un edificio singular ya desaparecido tras su inexplicable demolición en 1999 para construir edificios de oficinas. La sede de los Laboratorios Jorba fue conocida por La Paagoda por su similitud en su estructura.

El proyecto original fue una torre de oficinas en la que cada planta se representaba girada 45º respecto a la anterior, característica que le hacía aparecer como una pagoda. Las transiciones entre las plantas se resolvían con una superficie reglada en forma de hiperboloide.

Edificio IBM. Madrid (1967)

Otras obras de Miguel Fisac en las que utilizó con maestría el hormigón fueron los Laboratorios MADE (1959), el edificio Vega en Velázquez 157, los Laboratorios Jorba (1965) y el edificio IBM (1967), todas ellas en Madrid.

La mayor dificultad del Edificio IBM se encontraba en eliminar el sol en su fachada oeste, que Fisac resolvió mediante unas piezas verticales prefabricadas de dos centímetros de espesor y rellenas de aislante, que garantizan el control térmico y acústico.

Vivienda en Isla Plana, Cartagena (1968)

Colgada sobre una ladera frente a la Bahía de Mazarrón, Miguel Fisac dejó una obra maestra de la arquitectura española. Un chalé que los vecinos no tardaron en bautizar como ‘La Cajonera’ por los cuatro contenedores que dan forma a la construcción, data de 1968 pero ha sufrido en los últimos años alguna transformación y reforma por parte de sus actuales propietarios. Lo que recuerda la vulnerabilidad de las obras modernas, tal y como se comprobó con el derribo del edificio de los Laboratorios Jorba de Madrid en 1999.

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